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De Quito a Buenos Aires: de Guayaquil a Puerto López en bus

Saliendo de Guayaquil a Puerto López en bus



Hoy a la playa!! Hoy a Puerto López!!! Con ese ánimo nos despertamos. Tras tomar desayuno y dar una última vuelta por el centro de Guayaquil, pedimos un taxi desde el hotel para ir al Terminal Terrestre y llegó a buscarnos algo parecido a un auto enchulado al estilo de "Rápido y Furioso" que un taxi formal (en Quito cuando pedían taxi desde el hotel también venía un transporte informal).


Subimos los equipajes y entramos literalmente a un vehículo enchulado para cualquier cosa, más para correr que para llevar pasajeros. Al poco rato de salir  del hotel, el chófer nos comenzó a tantear que si lo contratábamos para un viaje "particular" para la playa, es decir, que nos llevaba privadamente hasta Puerto López y nos ayudaría a buscar alojamiento. Todo bien pensamos, pero por su buena onda fácilmente nos cobraría unos 50 o 100 dólares por el mismo. Le dijimos amablemente que no, pero al parecer no le gustó mucho la respuesta, ya que pensó que con nosotros salvaba el día, pero éramos y somos la antítesis del turista de alta gama.  Tras 20 minutos por el tráfico infernal de Guayaquil, llegamos a la Terminal Terrestre. El viaje nos costó 5 dólares y nos fuimos a la boletería (taquilla) de Expreso Jipijapa, el cual nos cobró 4,25 dólares, 4 dolares el pasaje  en si mismo y  unos 25 centavos por la "tasa de embarque". Subimos al sector de salidas que se encuentra en el tercer nivel (ya hablaremos de este elefantíasico terminal). Entramos a la plataforma -anden- y nos encontramos con una lata de sardinas con ruedas, toda destartalada, pero el motor andaba. Olvídate del aire acondicionado como que tuviera asientos cómodos, por suerte tenía todas las ventanas abiertas, lo que permitió que no nos asáramos dentro del micro. Mucho menos paradas para orinar, como en el viaje desde Baños, a lo sumo paraba para bajar o subir gente.

Terminal de Jipijapa desde la ventana del bus


Salimos a la hora desde la Terminal Terrestre, bordeamos cerca de 3/4 de hora los suburbios de Guayaquil, hasta tomar la ruta.  La mayor parte del pasaje era principalmente ecuatoriana, salvo nosotros y dos estadounidenses, quienes viajaron buena parte del camino con una cara de "what", es decir, de no entender nada.  El viaje no tuvo mayores inconvenientes, salvo la locura que se desató en Jipijapa donde se subió más gente que lo que podía soportar la chatarra con ruedas en la que viajamos, vendiendo hasta 3 veces el mismo asiento....Tras algunas puteadas de los pasajeros, logramos salir hasta Puerto López. Una de las cosas que llama la atención del viaje, es el hecho de que salimos del infierno verde que se encuentra envuelto Guayaquil, recorrimos por la ruta zonas muy fértiles que lindaban con lo selvático hasta llegar a las cercanías de Puerto López, donde comienza a cambiar radicalmente el paisaje, ya que pasa a ser semidesértico y estepárico.

El recorrido me recordó mucho la ruta entre Esquipulas a San Pedro Sula, pero cada rato nos acordábamos que estábamos en Ecuador, por los carteles de la Revolución Ciudadana que aparecen en tanto en tanto por el camino.  Llegamos a Puerto López 4 horas después de salir de Guayaquil, pero eso sí, el micro (bus) no nos dejó en el centro tal como teníamos anotado en nuestros apuntes, sino que nos dejó en un nuevo terminal, a simple vista, un elefante blanco, es decir, muy grande para las necesidades de la localidad. Sacamos las cosas del bus y nos ofrece alojamiento un tipo con una pechera de "turismo"...no le hicimos mucho caso y fuimos a la salida del terminal a tomar un mototaxi (si se anda cargado es la única opción dado que Puerto López está a como 2 o 3 km del Terminal) el cual cobra 0,50 dólares x 2 pasajeros. Nos bajamos al costado del Supermercado Tía, el único de la localidad, y buscamos alojamiento. Encontramos espacio en Sol Inn,  un lugar con onda, tranquilo y algo jipi, 22 dólares habitación con baño privado y ventilador con derecho a cocina (aunque los precios parten desde los 6 dólares para acampar por persona). Ya habíamos llegado y apenas nos instalamos, nos fuimos a la playa...lo demás es otra historia.

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